Nos levantamos
fuimos como simples muñecos
atados al destino.
Antes de nacer
nuestros ojos
ya habían llorado tanto,
que nos dejaron ciegos
y sin poder manifestar palabras
de nuestros labios libres.
Cuando vinimos sin previo aviso,
porque no funciono el Misoprostol
el dolor de la llaga
se hizo tan insoportable
que tuvimos que contar viejos cuentos.
Agarrarnos a la bolsa,
para no tener que comernos el día,
cemento, isla que nos ata.
De que nos sirve
poder manifestar nuestros sueños,
si la gloria fortuita
es el del llorar sin temor.
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